Bo.

War of Jesters.
2003-06-01 20:53:12 (UTC)

CAPÍTULO VII: El Color de la Creación.

La Casa de Hojas.

CAPÍTULO VII: EL COLOR DE LA CREACIÓN

Caminamos por el pasillo hasta la puerta e Iinak ni
siquiera tuvo que acercársele para que esta se abriera y
nos jalara a nosotros hacia su interior. "¿Que será que
todas las puertas trabajen igual por aquí?" se preguntaba
sarcástico el niño.

De inmediato nos hallamos en aquella oscura sala abismal
del principio, y aquella hoja que nos había hecho caer
hasta el
Desierto de Enlil se posó ante nuestros ojos y se quemó
rápidamente, como señal de que inexistencia.
Habíamos librado a Iinak de una reencarnación infructuosa.

-Tantas hojas hay flotando en las paredes-, se decía
Iinak,- y sólo tres simbolizan mis destinos erróneos. Me
pregunto que se hallará detrás de las otras hojas...-

Después guardó silencio por unos segundos, y prosiguió:

-Era dijo que el acertijo para entrar a la otra puerta
tenía que ver con la leyenda del Castillo de Plata, pero
realm-- y siendo interrumpido de la misma manera que la
anterior, por el mismo temblor en el inexistente suelo,
otra hoja, de diferente forma y color que la primera,
traspasó la pared y se posó sobre Iinak, tragándolo junto
conmigo, que iba bien agarrada de su bolso.

Al despertar me encontré en lo que parecía un bosque de
espejos, como aquel de las lejanas tierras de Arabadren
Gurinn, al sur de Khürya. El bosque estaba encerrado en
una burbuja morada gigante. Los espejos tenían forma de
toda clase de animales y criaturas de la naturaleza, que
sustituían lo que hubiesen sido árboles. Mientras
observábamos las figuras, un ser apareció de la nada y nos
miró detenidamente, con gran ilusión.

-¿Son ustedes Iinak de Ereshkigal y su sombra?- preguntó
el ser tratando de llamar nuestra atención.

-Oh...uh...sí, ese soy yo. Ya he vencido a los hermanos
Enlil y Era de mi primer destino, y me han dicho que ahora
es tu turno.- dijo temerario el chiquillo.

-Así es...pero yo soy diferente a ellos. Verás, yo soy
sólo una diosa menor, y me dedico estrictamente a crear
seres nuevos para el mundo en el que vives. La verdad me
siento muy feliz de tenerlos aquí conmigo, pues a pesar de
haber escuchado toda clase de mitos acerca de los humanos,
nunca los había visto. Bienvenidos a mi realidad.- y
haciendo un gesto de reverencia, nos invitó a conocer su
mundo.

La diosa Horum Gruut era delgada y alta, y su cabellera
estaba hecha de pedazos de espejos blancos, que
resplandecían con los demás, y se unían para formar lo que
parecía una corona. Llevaba un vestido de diferentes tonos
de violeta, y muchos cinturones de cristales que caían al
suelo sonando cada vez que la diosa caminaba. Su piel era
grisácea y sus ojos negros eran pequeños y tímidos. Si no
nos la hubiésemos encontrado en esa excéntrica Casa de
Hojas hubiéramos jurado que era una humana.

La diosa nos condujo a través del bosque de espejos, donde
nos enseñó todos los modelos que había creado durante las
múltiples eternidades que hubo estado encerrada en su
mundo. Desde pequeñas ardillas Volkova hasta gigantescas
bestias Io, todas las criaturas que Iinak se hubiera
podido imaginar se hallaban moldeadas en los espejos del
bosque. Todas las criaturas, menos humanos. Esto, sumado
al hecho de que nuestra figura no se reflejaba en los
espejos, hizo a Iinak preguntar el por qué de la
existencia de los humanos, si la diosa nunca los había
moldeado.

-Los humanos se crearon ellos solos- contestó Horum Gruut
apresuradamente. Parecía como si quisiera evadir el tema.

Después de caminar a través de varios caminos de espejos,
nos detuvimos ante una pequeña burbuja en el medio del
bosque.

-Aquí-,dijo Horum Gruut,- será su próximo reto. Quiero que
moldeen una nueva criatura, diferente a todas las que hay
en mi bosque, y al mismo tiempo que tenga algo de cada una
de ellas. No creo que sea tan difícil.....a menos que no
tengan el don de crear. Sólo tienen que atravesar esta
burbuja y empezar a trabajar.

La diosa rió levemente ante la confundida mirada del
inocente Iinak. Luego, abrió su mano derecha de la cual se
formó una pequeña campana blanca, y prosiguió:

-Bueno, los dejo entonces para que tengan toda la
concentración y tranquilidad necesarias para crear. Les
daré este campana para que, cuando hayan terminado su
creación, la hagan sonar, y yo apareceré al instante para
examinar su trabajo. Hasta luego y buena suerte...

y haciendo sonar los cristales de sus cinturones, se
desvaneció mientras caminaba alejándose. Iinak y yo nos
miramos con angustia, sabiendo que jamás seríamos capaces
de crear algo, y mucho menos algo que tuviera todo y nada
que ver con todas las criaturas ya existentes.

-Igual- se dijo Iinak con aires de derrota,- hay que
intentar. Nada pierdo.

Y diciendo esto, entramos en la burbuja. De repente, nos
dimos cuenta de que estábamos nadando en un líquido
púrpura, y no podíamos respirar. La burbuja se veía
transparente por fuera, pero jamás nos imaginamos que
estuviera llena de líquido por dentro. Sostuvimos el aire
e Iinak empezó a patear o golpear las paredes de la
burbuja, pero esta ni se inmutaba. Parecía hecha de un
plástico muy potente, y no se rompería con un golpe.
Entonces, el niño se apresuró a sacar la cuchilla que
andaba en su bolso, pero antes de clavarla en la burbuja,
recordó lo que el dios Era le había dicho antes de
dejarlos y, tomando la cuchilla con sus dos manos, la
clavó con fuerza en las paredes de la burbuja, cortándola
en forma de su propia silueta. De inmediato la burbuja
estalló y el líquido púrpura se regó por todo el bosque,
mojando los espejos. Iinak y yo caímos al suelo
bruscamente, y tosiendo, miramos el desastre que habíamos
causado al romper la burbuja. La campana que nos había
dado Horum Gruut empezó a sonar muy duro, haciendo un eco
agudo en todo el bosque. De inmediato, la diosa apareció,
y atormentada, exclamó:

-¡¿Que pasó aquí?! ¡Miren el desastre que han dejado! ¡Mi
precioso bosque ahora se ve todo púrpura! ¡Eternidades de
crear la perfección arruinados por un humano!- y,
echándose al suelo, empezó a llorar angustiada.

Iinak bajó la cabeza apenado, deseando nunca haber tenido
la aparentemente estúpida idea de romper la burbuja. De
repente, el líquido púrpura que había caído sobre los
espejos fue absorbido por estos, comenzando a brillar con
intensidad. Se escuchó un sonido como el de espejos
quebrándose, y miles de pedazos brillantes comenzaron a
dispararse por todos lados. Iinak y yo nos agachamos y
cubrimos la cabeza con nuestros brazos, asustados. La
diosa Horum Gruut miraba espantada el espectáculo. Parecía
como si nunca hubiera pasado esto antes.
El cielo se convirtió en una tormenta de estrellas
fugaces, y las figuras de los espejos comenzaron a salirse
de su molde, bañados en aquel líquido púrpura. Las
criaturas comenzaron a despertar, sus colores comenzaron a
emerger de sus cuerpos y haciendo los sonidos propios de
su género, se miraron unos a otros y empezaron a deambular
por el bosque. Todos miramos sorprendidos la escena. Iinak
entonces se levantó y empezó a buscar aquella figura que
él había cortado de la burbuja, pero antes de que pudiera
darse cuenta, la figura se levantó detrás de él y comenzó
a formarse sola. Una a una las facciones de Iinak
empezaron a moldearse en el pedazo de plástico púrpura,
ante la mirada atónita de la diosa. Pronto, la viva imagen
del niño se hallaba frente a él, y sus colores comenzaban
a pintarse en él. Horum Gruut se levantó y caminando
lentamente hacia la creación de Iinak, murmuró:

-Es....es un humano.... no puedo creer....no puedo creer
que un humano haya sido capaz de crear otro a semejanza de
él.....es perfecto..... tiene.....tiene la esencia de cada
criatura viva, y al mismo tiempo es superior a ella....

Luego, guardando silencio brevemente mientras veía su nuevo
bosque vivo, volvió a ver a Iinak, sonrió dulcemente, y
continuó:

-Has ganado, pequeño Iinak. Has despertado lo que yo nunca
pude, y te has adueñado de lo que yo creé por infinitas
eternidades en este mundo. Debo cederte ahora la llave de
la puerta que te conducirá de vuelta a la Casa de Hojas,
pero antes, quiero decirte algo de tu próximo reto. Tu
siguiente y último destino alterno está regido por Baobh,
la diosa de la guerra. Ella maneja todo lo que corresponde
a lo no visto, a lo más interno de los seres humanos. El
acertijo de su puerta es simplemente el nombre de tu
ánima. Recuerda que la esencia es simplemente la unión
del cuerpo y el espíritu.....es todo lo que puedo decir.

la diosa miró tiernamente a Iinak, y terminó:

-Sigue este camino. Al final encontrarás la salida.
¿Sabes? me hubiera gustado tenerte aquí conmigo, eres la
única y mejor compañía que he tenido, además de mi
creaciones...

-¿Estás segura?-, respondió Iinak, -el modelo humano que
creé se quedará contigo por el resto de tus eternidades, y
se reproducirá para acompañarte y hacerte feliz, hasta que
decidas, algún día, renunciar a mi.

Y diciendo esto, el niño empezó su camino hacia la puerta
de salida, para volver a la sala principal. La diosa Horum
Gruut lo miró con admiración y tomando la mano de la
creación del niño, se internó en el bosque, desapareciendo
entre las figuras y sonidos de las criaturas del bosque
púrpura.




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